En el corazón de Granada, cuna de poetas y cantaores, floreció Kika Quesada, destinada a convertirse en una de las bailaoras más veneradas de su tiempo. En el año de gracia de 2023, Andalucía la honró con su medalla más preciada, reconociendo así su invaluable aportación al patrimonio cultural de su tierra.
Desde los cinco años, el duende habitó en sus pies, iniciándose en los misterios de la danza. A los diez, ya dominaba los escenarios con la gracia de quien nació para el arte. Sus primeros pasos resonaron en la escuela Marichú, para después perfeccionar su arte en el templo sagrado de Mariquilla, donde forjó su alma de bailaora.
Con apenas once años, su talento trascendió fronteras cuando representó a Granada en el Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes de Moscú, llevando el nombre de España a tierras lejanas.
Se nutrió de la sabiduría de los grandes maestros: Joaquín Grilo, Farruquito, Eva Yerbabuena, Antonio Canales, Joaquín Cortés, Patricia Guerrero, Estela Arauso, Javier Barón y Rafaela Carrasco. Mas fue bajo la tutela del legendario Mario Maya donde alcanzó las cumbres del arte, dedicando nueve meses intensivos gracias a una de las once becas nacionales de flamenco.
Los festivales más prestigiosos de España han sido testigos de su magia, compartiendo tablas con colosos como José Mercé, Pansequito, Fosforito y Aurora Vargas. Su arte ha deslumbrado ante Sus Majestades los Reyes de España, presidentes extranjeros y dignatarios del mundo entero.
Durante dos décadas, Kika transmitió la llama sagrada del flamenco como maestra en Mariquilla y Carmen de las Cuevas, dirigiendo además las escuelas municipales de Cenes de la Vega y Pinos Genil. Su magisterio trascendió océanos, llevando el arte andaluz a Lisboa, Shanghái, Pekín, Isla Reunión, Río de Janeiro, San Pedro de Sula y Dubái.
En 2017 nació Flamenco Passion, su propia compañía, cristalizando así su visión artística. Con espectáculos como "A Tiempo", "De Lucía a Camarón" y "Al-Andalus Legacy", ha conquistado Brasil, Emiratos Árabes, Portugal y Sudamérica, llevando el alma de Andalucía a los confines del mundo.
Así continúa Kika Quesada, embajadora eterna del arte jondo, guardiana de una tradición milenaria, haciendo que en cada compás resuene el eco eterno de Granada.
Con la sal y el alma de Granada, nace Estefanía López, una bailaora en cuya sangre corre el eco de las zambras del Sacromonte. Su leyenda no se escribe, se baila; y comenzó a forjarse en el año 2003, cuando comenzó sus estudios de danza en A.P.D.E, donde, en 2009, ceñiría con honor el título de Graduada en Estudios Profesionales de Danza Española.
Mas su sed de arte era insaciable. Su camino de pasión la condujo hasta las sagradas aulas del Conservatorio Superior de Danza 'Reina Sofía', templo donde el flamenco revela sus misterios. Allí, en 2014, la artista emergió consumada, armada con el título profesional que rubricaba un talento ya innato.
Su formación, no obstante, trascendió lo académico. Estefanía se forjó en los albores de los grandes: bebió del genio transgresor de Manuel Liñán, aprendió la profundidad de La Lupi, absorbió el fuego de Fuensanta La Moneta, decodificó la vanguardia de Daniel Doña y se nutrió del compás de Ray Benítez. De cada uno de estos maestros, tomó una verdad para urdir su propio lenguaje, un estilo a la vez poderoso y sutil.
Hoy, su tacón repica en los tablaos más emblemáticos de su tierra, convertidos en cátedras de puro arte jondo. Pero su quejío no conoce fronteras. Como alma máter de las más destacadas compañías —Ballet Flamenco Granada, Flamenco Passion, Vinculados, Spanish Dance Ballet— ha llevado el evangelio del flamenco a los confines del orbe: desde los rascacielos de China hasta las tierras ardientes de América Latina y los mil y un oasis de Oriente Medio.
Estefanía López no es sólo una bailaora; es un vértigo de vuelo bajo, una tormenta de braceo y silencio, la encarnación viva de un arte eterno que, en sus pies, encuentra un eco nuevo y vibrante.
En Deifontes, villa granadina donde el tiempo transcurre al compás de los olivares, nació Francisco Fernández Pérez, quien habría de conquistar el mundo bajo el nombre artístico de Paco de Andrea, una de las grandes figuras del flamenco masculino de Granada.
Forjó su arte siguiendo las huellas de los maestros inmortales: Antonio Canales, Los Farrucos y Manolete, bebiendo de sus fuentes la esencia viril y poderosa del baile andaluz. Los tablaos granadinos fueron testigos de sus primeros triunfos, donde su presencia magnética cautivó a cuantos contemplaron su arte.
El destino quiso que su talento trascendiera fronteras. Bajo las órdenes de Juan Andrés Maya, llevó el flamenco a tierras remotas, mientras que como artista independiente conquistó escenarios desde las estepas de Siberia hasta los rascacielos de Estados Unidos, pasando por el refinado Japón y la culta Alemania.
Sus actuaciones han quedado grabadas en la memoria de los aficionados al arte jondo:
En 2016, París se rindió ante su arte en el Tour Andalusia, donde el flamenco español brilló con luz propia en la Ciudad Luz. Ese mismo año inició su conquista de Estados Unidos en la University of Massachusetts, residencia que mantendría hasta 2018.
Mongolia fue testigo de su magia en 2018, cuando el Festival de Músicas del Mundo de Ullaw Ude acogió su arte entre las melodías universales. Al año siguiente, Miami vibró con su presencia en el Tablao el Cava y el Tablao Madrid, mientras que las gélidas tierras de Islandia se encendieron con su fuego andaluz en el Teatro Reykjavik.
Así continúa Paco de Andrea, embajador del flamenco granadino, llevando por el mundo el alma viril de Andalucía, demostrando que el arte jondo no conoce fronteras cuando late en un corazón auténtico.
Desde sus primeros años, el duende flamenco del granadino Agustín se apoderó de su espíritu. En la Cátedra de Flamencología Mariquilla forjó los cimientos de una pasión convertida en destino, mientras prestigiosas becas le abrían las puertas doradas del Ballet Flamenco de Andalucía.
Se nutrió del conocimiento de los grandes maestros: Antonio Canales, Eva Yerbabuena, Farruquito, Manuel Liñán, Rocío Molina, Andrés Marín y Manuel Betanzos. Cada uno dejó su huella imborrable en su alma artística.
Entre 2014 y 2017, las cámaras de Canal Sur capturaron su magia en "Se llama copla", llevando el flamenco a miles de hogares andaluces. Su trayectoria se engalana con compañías de renombre: Rafael Amargo, Tatiana Garrido, Tacones Manoli y el Ballet Flamenco de Andalucía bajo Patricia Guerrero y Miguel Poveda.
Los tablaos más venerables —Los Gallos, El Cordobés, Casa de la Memoria— han sido testigos del fuego que habita en cada compás de su danza.
Mas el genio verdadero trasciende: creó espectáculos únicos como "Entre Copla y Flamenco", "A mi Aire", "De Noviembre a Noviembre" y "Tierra de Lorca", homenaje al poeta universal.
En la Exposición Universal de Shanghái presentó su primer solo, ofreciendo más de cincuenta funciones y clausurando con honor el Pabellón Español. En 2021 creó "En cuerpo y alma" para una gira por Argentina, demostrando que el flamenco es idioma universal del corazón.
No basta con decir que Ana Vílchez baila; Ana Vílchez esculpe el aire con sus braceos, punctuates el compás con el cristalino repiqueteo de sus castañuelas y narra historias con el gracejo de sus zapatos. Es la gran sacerdotisa de la Danza Clásica Española, una artífice que ha elevado el humilde sonido de la castañuela a la categoría de arte sublime.
Su sapiencia, forjada en los templos más augustos de la danza, es la piedra angular de su magisterio:
Culminó su Grado en Coreografía e Interpretación de Danza Española en el venerable Conservatorio Superior de Danza de Málaga “Ángel Pericet” (2015), tras haberse graduado como Profesora Profesional de Danza Española en el renombrado Conservatorio “Reina Sofía” de Granada (2011).
De su pedagogía, nacen la gracia y el dominio. Quienes buscan el embrujo de las Sevillanas o el ritmo ardiente de las Rumbas, hallan en sus clases no sólo técnica, sino el alma misma de estos palos, siempre guiados por el hilo conductor de sus inseparables castañuelas.
Hoy, su genio creativo cobra vida como Directora y Coreógrafa de su propia Compañía de Danza. Bajo su batuta, la compañía ha sido aclamada en los circuitos de mayor prestigio, como Es-flamenco de la Diputación de Granada y Enrédate de la Junta de Andalucía. Su arte, vasto y profundo, ha resonado en los escenarios más ilustres, coronando su trayectoria con actuaciones triunfales en el emblemático Teatro Isabel La Católica de Granada.
Ana Vílchez no enseña pasos; transmite una estirpe. No ejecuta coreografías; ofrece legados de belleza atemporal.
Mark es el fundador y director de la Academia Flamenco Granada encarna la fusión entre el rigor académico y la pasión artística.
Durante cuatro décadas, Mark se desempeñó como profesor de economía internacional y mercados financieros. Sin embargo, al concluir su carrera universitaria, decidió entregar su vida al arte que lo había cautivado profundamente: el flamenco. Así, se estableció en la ciudad de Granada, cuna del duende andaluz, y fundó su propia escuela dedicada a preservar y difundir este arte ancestral.
Aunque sus primeros pasos en la danza los dio en la Boston Ballet School, fue el flamenco el que encendió en él una llama que ya no se apagaría. Se formó con reconocidos maestros del arte jondo: Mari Carmen Guerrero en Granada, Natalia Merino y Manuel Pantoja en la emblemática escuela Amor de Dios en Madrid, Juan Parra en Jerez de la Frontera, y Lidia Valle López en Sevilla.
Mark enseña sevillanas y rumbas con una sensibilidad que une el respeto por la tradición con una mirada abierta al mundo. Ha impartido clases de flamenco como requisito artístico en la Universidad de Nueva York en Praga, y como disciplina física en la Universidad Masaryk de Brno. Su experiencia escénica incluye actuaciones en salones de baile y una destacada participación en el Teatro Nacional de Praga (2005–2006), donde interpretó un baile de carácter flamenco con gran acogida del público.
Hoy, Mark continúa su labor como maestro, bailarín y embajador del flamenco, guiado por una pasión que trasciende fronteras y une culturas a través del lenguaje universal de la danza.
Músico intuitivo, compositor inspirado, arreglista exquisito, productor versátil, maestro generoso y cantaor con alma, El Pirata es un artista completo cuya trayectoria ha dejado una profunda huella en el arte flamenco dentro y fuera de Andalucía.
Autodidacta de nacimiento y guitarrista por destino, El Pirata comenzó a despuntar a los doce años con un talento que no tardó en llamar la atención en el ámbito musical granadino. Pronto integró diversos grupos como Los Farruquitos, Los Chanelos, Amangue y Color Flamenco, donde floreció no solo como guitarrista, sino también como compositor, arreglista y vocalista. Con Color Flamenco, alcanzó un gran reconocimiento y fue nominado en el año 2000 al mejor álbum de flamenco fusión de Andalucía.
A los veinte años, inicia su andadura profesional en los tablaos y las cuevas del mítico Sacromonte, forjando su estilo como guitarrista de baile y solista con una fuerza expresiva y técnica que lo distingue. Desde entonces, su carrera lo ha llevado a escenarios emblemáticos en festivales de flamenco y músicas del mundo como Espárrago Rock, Parapanda, Festival Flamenco del Albaicín, Ogíjares, entre muchos otros.
A lo largo de su carrera, ha compartido escenario con grandes figuras del cante y del baile: Antonio Gómez “El Colorao”, Chonchi Heredia, Tati Román, José “El Francés”, José “El Indio” y La Moneta, por mencionar algunos. Su versatilidad y búsqueda constante lo han llevado también al terreno de la fusión, colaborando con el legendario trompetista y percusionista neoyorquino Jerry González, entre otras figuras del jazz y la música latina.
En la Academia Flamenco Granada, El Pirata ofrece una enseñanza profunda de la guitarra flamenca —armonía, escalas, compás, improvisación— y explora con sus alumnos los caminos de la fusión con géneros como el jazz, el blues y la bossa nova, sin perder nunca el alma del flamenco.
Discografía seleccionada:
Jóvenes con Esencia Flamenca (2001)
Entre Amigos (2008), con el pianista Sergio Pamies
Borrachito (2009), también con Sergio Pamies
Magui y los Sirénidos (2010)
Álvaro Rodríguez (2011)
Glamurosa (2012), con Chonchi Heredia
Nacido y criado en Buenos Aires, Ramón Maschio descubrió su vocación musical a los nueve años, cuando tomó por primera vez una guitarra entre sus manos. Desde entonces, ha cultivado un arte profundo y refinado que lo ha llevado a recorrer escenarios de América Latina y Europa, y a establecerse hoy en la ciudad de Granada, donde continúa su labor artística con la misma pasión que lo vio comenzar en su tierra natal.
Reconocido internacionalmente como uno de los grandes guitarristas del tango argentino contemporáneo, Ramón se ha consagrado también como intérprete de diversas expresiones de la música popular de raíz, desde el folclore latinoamericano hasta la música ibérica y mediterránea. Su versatilidad como instrumentista, compositor, arreglista y productor lo ha convertido en un colaborador habitual de destacadas figuras del panorama musical internacional.
En Argentina, ha acompañado a artistas como Patricia Andrade, María José Mentana y el Quinteto La Grela. En Portugal, ha compartido escenario con la gran fadista Mafalda Arnauth y el músico Vitorino, además de dirigir el innovador cuarteto Latitude Quatro, un ensamble de músicas del mundo que reúne a destacados intérpretes de distintas nacionalidades con sede en Lisboa.
Con más de veinte años de trayectoria profesional, Ramón ha actuado en algunos de los teatros y festivales más prestigiosos del mundo: el Festival de Cosquín y el Teatro Coliseo de Buenos Aires (Argentina), el Festival Internacional Cervantino (México), la Ópera Nacional de Lyon (Francia), el Festival de Guitarra de Santo Tirso y la Casa da Música de Oporto (Portugal), el Teatro Nacional de Costa Rica, y el mítico Royal Concertgebouw de Ámsterdam, entre muchos otros.
Su vocación pedagógica lo llevó a formar parte del cuerpo docente de la Academia Nacional del Tango y de la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA) en Buenos Aires. Allí y en numerosos cursos internacionales, ha impartido clases de guitarra de tango, lenguaje musical y repertorio vocal para cantantes.
Además de su carrera como solista, Ramón forma parte del aclamado dúo Tango en Guitarras junto al concertista Mariano Gil, y es miembro del dinámico Power Tango Trio, explorando siempre nuevas formas de expresar la intensidad, la nostalgia y la fuerza rítmica del tango a través de las cuerdas.
Natural de Granada y diplomado en Magisterio Musical, David Sorroche compagina su vocación de cantaor con la encomiable labor docente que ejerce en diversas instituciones, tanto públicas como privadas. En ellas, imparte clases de técnica vocal aplicada al flamenco mediante un método pedagógico de su propia creación.
Hombre de profundas convicciones, ha mostrado siempre un inquebrantable compromiso con el flamenco y sus raíces. Buena muestra de ello fue su riguroso periodo de formación en la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco, en Sevilla, donde se impregnó de la ortodoxia del género de la mano de maestros de la talla de Calixto Sánchez y Paco Taranto, entre otros. Una formación que, lejos de concluir, prosigue con denuedo hasta la fecha.
Aunque el flamenco constituye el pilar fundamental de su arte, su proyección se extiende a otros campos musicales. Ha realizado incursiones en estilos tan diversos como el Pop, el Rock, el Blues, el Jazz o la Música Andalusí, erigiendo la fusión respetuosa en un sello distintivo que pone de relieve la asombrosa polivalencia de su voz.
Su afán por difundir el cante le ha llevado a recorrer gran parte del mundo, alternando siempre la actuación en el tablao con la enseñanza en el aula, con el loable objetivo de promover el flamenco como arte universal.
Como cantaor, Sorroche destaca por su exhaustivo conocimiento de los palos, su portentosa tesitura vocal —que le permite abordar con solvencia la vasta variabilidad de los cantes— y, quizás como cualidad más representativa, por su innata y enorme capacidad para conmover y conectar con el público.
Aroa se distingue como una de las cantaoras más versátiles de la nueva escena flamenco, género que ella enriquece mediante una sabia fusión con el pop y el soul. Su trayectoria artística le ha granjeado presencia en prestigiosos programas televisivos como La Voz, Got Talent, el Especial Navidad de Enrique Moreno o Aquí hay Duende, además de actuar en el Korsa Live.
Ha tenido el honor de compartir escenario con figuras de la talla del maestro Jorge Pardo, Carlos Benavent, Antonio Carmona, Melis de Huelva, Josemi Carmona, Diego del Morao, Bandolero, Luis Dulzaides, Julio Martín, La Tana, David de Jacoba, María Terremoto, Nani Cortés, Ángela Bautista, Juan Debel, El Chojin, Sidi Samb, Simo Bazzaoui (en gira por Marruecos), Isabel Pantoja (en gira), El Barrio (en gira), Dioni Martín, Sandra Carrasco, Yeray Cortés y Aurora Losada, entre otros muchos. En el año 2020, pasó a formar parte de la compañía de Joaquín Cortés.
Su primer álbum de estudio en solitario, titulado My Soul Is Not for Sale, vio la luz en 2015 y fue difundido a nivel nacional en la lista de Radiolé. En octubre de 2018, presentó un nuevo sencillo, Puñaitos de Flamenco y Son, disponible en todas las plataformas digitales. A este le siguió, en 2019, Afroflamenco Dem Dikk.
Un hito notable de su carrera tuvo lugar en 2021, cuando inauguró el festival MilNoff con el espectáculo de Pepe Luis Carmona Habichuela In Paradisum. En aquella ocasión magistral, fusionó el cante flamenco con el baile de Karime Amaya, el Quinteto de Cuerda de la Orquesta de Granada, el Coro de Cámara de Granada y la soprano Mariola Cantarero, todo ello en el incomparable marco del Generalife de la Alhambra.
Ese mismo año, su participación en el programa andaluz Tierra de Talento culminó con su proclamación como ganadora de la gala. Interpretó el tema Fallin' de Alicia Keys, ofreciendo una muestra exquisita de la fusión entre el soul y el flamenco.
En la actualidad, Aroa reside en Madrid y se encuentra disponible exclusivamente para impartir clases en línea.
Chema del Estad proviene de un linaje de artistas. Tuvo su encuentro con el arte flamenco en su más tierna infancia, subiéndose a los escenarios desde la temprana edad de diez años. Su faceta pedagógica comenzaría poco después, impartiendo clases de cajón a la edad de quince años en una prestigiosa academia de baile de Sevilla.
Desde esos inicios, ha tenido el honor de acompañar a una pléyade de grandes figuras del flamenco, entre bailaores, cantaores y guitarristas, como Manuel Moreno Maya “El Pele”, Sergio Gómez “El Colorao”, Antonio Gómez “El Turry”, Jerónimo Maya, Daniel Casares, Paco de Amparo, Antonio Carrión, Antonio Sánchez, Fuensanta “La Moneta”, Belén López, Susana “La Lupi”, Javier Latorre, Jorge Pardo, Jesús Bachiller “Bachi”, Manolo Nieto, Juan Parrilla y Rubén Dantas. En la actualidad, es componente del Ballet Flamenco de Granada.
Como docente de vasta experiencia, con cientos de alumnos formados en todos los niveles y diversas disciplinas, Chema hace hincapié en la construcción de unos cimientos sólidos de conocimiento del flamenco. Este enfoque busca propiciar un desarrollo superior en el arte del acompañamiento y una comprensión profunda de su esencia.
Si bien su carrera se forjó en la percusión flamenca, ámbito en el que se ha consagrado y continúa en la actualidad, también ha cultivado su arte en otros campos, adquiriendo dominio en la percusión latina, diversas tradiciones étnicas y el tambor.
En el corazón de Andalucía, donde las culturas se entrelazan como las cuerdas de una guitarra, nació el flamenco. No fue un simple género musical, sino el grito primal de un pueblo, una forma de arte híbrida y profundamente arraigada en el suelo de esta tierra. En la Academia Flamenco Granada, no solo enseñamos los pasos y los compases; conectamos con el alma de esta historia.
La huella del Flamenco es indeleblemente andaluza, pero su alma viajera guarda un eco lejano del Cercano Oriente. Escuche con atención: en la profundidad desgarrada del cante jondo—en las soleás, siguiriyas y martinetes—resuena el mismo dolor ancestral que se encuentra en la música tradicional de Egipto o Mesopotamia. Este no es un arte estático; es un río que ha recogido aguas de mil fuentes.
Durante siglos, se atribuyó el flamenco como creación exclusiva del pueblo gitano (o romaní), aquellos viajeros eternos que desde la India llegaron a España alrededor del siglo XI. Su papel es fundamental, maestro y guardián de este arte. Pero una pregunta persiste: si los gitanos se establecieron por toda Europa, ¿por qué el flamenco brotó con tanta fuerza solo aquí, en Andalucía?
La respuesta yace en el crisol único de nuestra historia. La larga presencia árabe en la Península (711-1492) dejó una impronta imborrable. Tras la Reconquista, la Inquisición desató una ola de persecución y expulsión. Los campesinos moriscos, despojados de todo, cayeron en la más profunda desesperación. De este dolor nació una forma de rezo, una oración de los afligidos.
Como sostiene el historiador Antonio Manuel Rodríguez Ramos, de los términos árabes fallah (campesino) y mankoub (afligido) pudo nacer la palabra flamenco. Aquel fallah mankoub, no le quedaba nada más que su cuerpo: para aplaudir, para golpear la tierra, para gritar su aflicción. Comenzaba con un lamento, un "¡Ay!" profundo que era un grito al cielo.
Muchos de aquellos perseguidos encontraron refugio y hermandad en los clanes gitanos. Fue en este santuario donde las antiguas tradiciones musicales de Oriente se preservaron y fundieron con el espíritu gitano. Juntos, hace unos dos siglos, forjaron ritmos innovadores y complejos de doce tiempos, dando luz a las Bulerías, las Alegrías y las Siguiriyas que hoy conocemos. Nació así un arte que mantenía la intensidad sagrada de sus orígenes mientras explotaba en una fiesta de ritmo y virtuosismo.
Esta dualidad entre el dolor y la alegría es la esencia del flamenco. Se revela dramáticamente en la Soleá por Bulerías: un lento y profundo quejaío que estalla en un ritmo jubiloso. La propia Soleá podría derivar de Salawat (oraciones en árabe), reflejando la estructura del mawwal oriental, un canto que precede a la celebración.
El poder de este arte es tan visceral que induce un estado de trance. Federico García Lorca lo llamó "duende": ese poder misterioso que todo el siente y que ningún filósofo explica. Es la chispa divina que invade el cuerpo del cantaor y prende fuego al alma del público. En la tradición oriental, este éxtasis se conoce como Tarab. Se alimenta de las palmas, los gritos de ánimo y ese "¡Ole!" (derivado de "¡Alá!") que es una invocación a lo divino. Cantar flamenco, en su estado más puro, es rezar.
Atraídos por esta fuerza bruta y singular, intelectuales como Lorca y músicos como Manuel de Falla lo elevaron, promoviéndolo entre el mundo como la joya cultural que es.
Hoy, el flamenco es un patrimonio de la humanidad, interpretado por artistas de todas las razas en los escenarios del mundo. Pero su corazón sigue latiendo con fuerza aquí, en los barrios gitanos de Andalucía, donde las tradiciones familiares se heredan como el mayor de los tesoros.
Esta es la historia que respiramos. Este es el legado que compartimos.
Ven a la Academia Flamenco Granada y escribe tu propio verso en esta historia eterna.